Hasta nuestros tiempos, millones de personas reconocen en Abraham a su padre en la fe. Para judíos, cristianos y musulmanes, Abraham es el claro ejemplo de un hombre de verdadera vocación, su llamado es la respuesta concreta de Dios a los gemidos de una humanidad oprimida por el peso de la arrogancia.
El Señor dijo a Abram: Vete de tu tierra, de la casa de tu padre, hacia la tierra que yo te indicaré. Y haré de ti un gran pueblo (Gn 12,1) con estas palabras Dios lanza a Abran en un camino de fe, a un camino de misión, a un camino de verdadera vocación.
En toda vocación, ya sea a cualquier estado de vida, Dios es quien toma la iniciativa al igual que con Abraham. Dios le pide a Abraham una ruptura radical, un abandono total a su promesa, y confiar en su plan, expresa una doble exigencia: que es la entrega total y el saber que el plan de Dios se cumplirá, Abraham emigra hacia una región escogida por Dios y desconocida para él, así es la vocación, ya que nos aventuramos a terrenos desconocidos por nosotros, mas ya estos están preparados por aquel que nos puso ahí.
Toda vocación implica riesgos y sacrificios, lo mismo que con Abraham en el sacrificio que Dios le pide de Isaac, con el nacimiento de éste, Abraham adquiere la certeza de que todas las palabras del Señor (aunque se refiere al futuro) tendrán cumplimiento, ahí está lo que hace grande al llamado: el sacrificio que tendrá una recompensa, Dios siempre prové, como fue la respuesta a la pregunta de su hijo Isaac, “Dios proverá” esta es la calve de la vocación.
En la vocación se comienza una relación con el Dios de la alianza, de la fidelidad de la promesa y la bendición, en Él comenzará una aventura de fe y de esperanza, Dios, aquel que prometió una gran descendencia a Abraham tan innumerable como las estrellas del cielo, es el Dios que nos ayuda en la vocación, el Dios que nos lleva a la aventura de amor y de cariño, y en ocasiones, incomprensible en donde Él parte de nuevo en busca de cualquier hombre hasta su propio sacrificio.
En Abraham, padre de Jesús y padre de todos nosotros, está ya la imagen de Dios que hemos vuelto a encontrar.
La vocación exige respuesta