(tomado de las Normas Básicas de la Formación Sacerdotal en México)
La Vocación Sacerdotal, como todas las vocaciones, tiene su origen en Dios. Dios llama gratuitamente a los hombres, pero para llegar a ser sacerdotes es importante tener una preparación desde el momento en que el muchacho, sienta esa inquietud en su corazón.
En este caminar vocacional, el niño, adolescente o joven no está solo, tiene todo un respaldo de una gran familia que es la Iglesia a la que pertenece desde su bautismo, ella lo anima a caminar y a crecer, en los demás sacramentos de la iniciación cristiana como la Eucaristía y la Confirmación para que valla respondiendo a la vocación a la que Dios lo está llamando. La vocación Sacerdotal al momento de ser detectada, el chico, empieza a mostrar indicios vocacionales, como el gusto por las cosas de Dios, como la Oración, el ir a Misa, el participar en algún grupo dentro de la Parroquia, aunque en algunos no es muy común estos aspectos, logran sentir gran interés cuando se les habla de este gran llamado.
La Iglesia como Madre y Maestra, tiene la responsabilidad de custodiar la vocación de estos niños, adolescentes y jóvenes, por lo que el Obispo a la cabeza junto con los sacerdotes y toda la comunidad cristiana, tienen el deber de crear favorables espacios y ambientes vocacionales, para que el crecimiento sea el mejor de estos candidatos.
Para que el chico se sienta acompañado, es importante la presencia del promotor vocacional, este organizará actividades durante todo el año, como jornadas vocacionales, retiros y preseminarios, como llevando también un acompañamiento personalizado.
Este acompañamiento llevará a conocer y a elegir mejor al candidato, que entrará al Seminario, es importante que el chico manifieste signos mínimos indispensables de la vocación sacerdotal y pueda seguir el proceso formativo dentro del Seminario, y así ser el Sacerdote del futuro, que nuestro mundo y nuestra diócesis necesitan: Sano, Sabio y Santo. Estos son los criterios para admitir a un joven al Seminario:
Dimensión Humana: Salud física, psíquica, ser sociable, clara identidad masculina, no ser materialista, ser generoso, tener aprecio por su familia y cultura, querer ser sacerdote, ser sincero, honesto, transparente y no tener adicciones.
Dimensión Espiritual: Que sea un chico que ame a la iglesia y que tenga el gusto por las cosas de Dios.
Dimensión Intelectual: Haber concluido estudios de secundaria o preparatoria o en su caso universidad; buena capacidad intelectual, conocimiento elemental de la doctrina cristiana.
Dimensión Pastoral: Interés y amor por la misión y servicio dentro de la Iglesia.