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SEÑOR, TÚ LO SABES TODO, TÚ SABES QUE TE QUIERO.

Quiero compartirles mi historia vocacional la cual inició aproximadamente a los 15 años de edad, pero por azares del destino, se consolidó en cuanto a la respuesta a Dios a los 31 años de edad, desde pequeño busqué siempre estar cerca de Dios, mi padre y mi madre me inculcaron ese gran regalo que es la fe y mis deberes de cristiano, en mi adolescencia, me impactó mucho la figura sacerdotal, era entonces mi párroco el Pbro. Felipe de Jesús Sánchez, su entrega a la comunidad con la misión parroquial, el amor con el que presidia la eucaristía y el tiempo que le dedicaba  al sacramento de la reconciliación. Siempre me llamó la atención ser sacerdote, pero como muchos adolescentes le perdí interés a la vida sacerdotal ya que mis motivaciones eran otras, terminar una carrera profesional, tener una novia, la rebeldía etc. 
 
Por lo tanto ser sacerdote ya no estaba en mi proyecto de vida, nunca me aparte del Señor, en mi parroquia trabajé siempre en la catequesis, movimiento de jornadas y en un ministerio de música, en donde consolidé más fuerte la idea de esta vocación. Asistí a un retiro en donde conocí el testimonio del Cardenal vietnamita Francisco Xavier Nguyen Van Thuan de feliz memoria, eso me motivó a seguir a Cristo de una manera especial en mi vida, pero aun me resistía a este llamado, después de algún tiempo decidí ser misionero en la Prelatura de el Salto en Durango, específicamente en la parte alta de la sierra, ahí no encontré muchas de las comodidades a las que estaba acostumbrado y que veía como normales en mi casa, hasta que fui a esta misión durante todo un año. 
 
Vi a tantas personas tan pobres pero tan ricas en su fe, al tener el contacto con la gente y ver la necesidad que tenían de escuchar a Dios y de manera especial, la falta de sacerdotes que les administrara los sacramentos, me animó definitivamente a entregarme a Dios en esta vocación, este tiempo en la sierra no fue nada fácil ya que en este año murió mi padre, un momento difícil para mi vocación, las herramientas que me ayudaron a continuar en este camino, fue en primer lugar participar activamente en la Eucaristía, la oración personal y la devoción a la Virgen María, es así como pude experimentar que Dios me fortalecía más en mi vocación y al mismo tiempo descubrí que Dios me llamaba a ser signo de esperanza para mi familia, ese acontecimiento también me ayudó a tener un orden de vida de oración y unirme más a mi familia, en mi vocación descubro que hay dos caminos donde tengo que optar por alguno de ellos, el primero es el camino de la tristeza; dejarme guiar por la rutina, la angustia y la desesperación, en pocas palabra el pecado y la lejanía que yo mismo hago de Dios en mi vida, el otro camino es la esperanza, un estado de vida donde reina el sentimiento, el amor, una lucha diaria donde te esfuerzas en dar lo mejor, una vida en la que cuentas con alguien mas, al saber que no me encuentro solo pues existen muchas personas que esperan algo de mí, y más aun, saber que el Señor Jesús sigue confiando en mi a pesar de mi debilidad y limitación, pero dominan mas los pequeños logros que he alcanzado eso es una gran motivación en mi proceso vocacional, saber que en la alegría, dolor y esperanza podré lograr mi gran sueño y anhelo.
 
Es por eso que me integré a la Prelatura de el Salto, gracias al Señor Obispo Don Juan María Huerta Muro O.F.M., quien me ha aceptado como seminarista para su Prelatura  y me ha enviado a estudiar al Seminario Conciliar de la Purísima en Zacatecas, en donde también agradezco infinitamente el recibimiento que nos hicieron a mí y a tres compañeros más de la Prelatura, al Curso Introductorio, y a un compañero mas en primero de teología, en esta etapa agradezco a mis compañeros del CID que he conocido al seguir un mismo camino, se que será difícil, pero lograremos vivir una vida en comunidad y una entrega a Dios en la vida espiritual, ir creciendo como el Señor Jesús, en Gracia y sabiduría. Y a los sacerdotes formadores de quienes espero aprender mucho en este camino que apenas comienzo.
 
Puedo decir que en este  momento de mi vida soy muy feliz, al recordar ese texto bíblico del apóstol Juan 21, 15-19 en donde Jesús le pregunta a Pedro tres veces”Simón, hijo de Juan” me amas, respondiendo Pedro, Señor tú lo sabes todo, tu sabes que te amo, el amor es la condición de todo verdadero discípulo, simplemente el Señor le termina diciendo Sígueme… 
 
Invito a todos los jóvenes que no teman al aceptar seguir la aventura que propone Jesús, no tengo duda de que cuando Dios te quiere, te busca, te sigue, te persigue y te consigue, si alguien me preguntara porque quiero ser sacerdote, con sencillez le contestaría que es la forma más feliz que encuentro para vivir mi vida, no hay otra razón.
 
Espero en comunión con Dios y la Santísima Virgen María, Madre y Reina de las vocaciones, que esta obra buena que ha iniciado en mí, el mismo Dios la lleve a feliz término.
 
¡Ánimo!, me encomiendo a tus oraciones.