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Zacatecas, Iglesia peregrina que busca renovarse

La Iglesia de Zacatecas es un pueblo que está en camino, y lo está desde hace 150 años, camino de respuesta y búsqueda; respuesta a su vocación, anunciar el Reino de Dios; y búsqueda  de su propia identidad. Hoy como ayer, es válido y necesario cuestionarse sobre su ser y misión con el único objetivo de seguir respondiendo a su vocación. En este proceso de búsqueda se realizó en días pasados el Congreso diocesano sobre la fe. Dos días de reflexión en torno a la respuesta que como Iglesia particular hemos dado y debemos dar en el presente y futuro de la sociedad. Fue realmente un evento eclesial, un acontecimiento donde se reflexionó, celebró y compartió la fe. Cerca de doscientas personas participaron entre los que asistieron sacerdotes, religiosos y laicos. 

El primer día avivamos nuestra conciencia histórica, repasamos nuestros orígenes como Iglesia particular, las rutas por donde nos llegó el primer anunció de la fe: lugares, personas, situaciones, circunstancias, que permitieron que la semilla del Evangelio se sembrara en esta tierra. Fue realmente enriquecedor el ir repasando, con ayuda de los diferentes expositores, las diversas etapas de nuestra historia. Todo esto no sólo para recordar, sino sobre todo para valorar nuestro origen y desde ahí lanzarnos hacia el presente y el futuro, que nos apremian.

El segundo día buscamos concretar nuestra reflexión y se planteó la urgencia de reimpulsar la ministerialidad, específicamente los ministerios laicales, no como una alternativa o una mera ayuda apara el ministerio sacerdotal ordenado, sino sobre todo porque la Iglesia es esencialmente ministerial, en y por sus ministerios. Se coincidió en reconocer la gran labor que han desempeñado nuestros encargados de vida cristiana en cada comunidad y parroquia, pero igualmente se coincidió en la necesidad de reimpulsar éstos y otros ministerios laicales si queremos responder a los grandes retos que la sociedad actual plantea como el uso de los medios de comunicación social en la Nueva Evangelización, la tendencia irreversible a la urbanización, la cultura secularista, que cuestiona la santidad y dignidad del matrimonio y la familia, etc.

No cabe duda que el Espíritu da a la Iglesia lo que necesita y este Congreso ha sido muestra de ello, sin duda ha sido el inicio de grandes cambios en nuestro modo de ser, vivir y servir a la Iglesia.